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Por el título de
estas letras, quizás puedan pensar que les voy a relatar alguna historia
cargada de pánico y efectos especiales. No es mi intención añadir más tensión a
una sociedad preocupada por los graves problemas económicos, por el paro
insostenible y por las peripecias de algunos políticos. Ni tampoco comparar a Agustín Navarro y Gema Amor con la pareja formada por Hannibal Lecter y Clarice
Starling. La cosa, aunque ya es bastante, no llega tan lejos.
Que Gema Amor, los
liberales y sus clientes campan por el Ayuntamiento, con total poder y autoridad,
es una evidencia que ya no se discute en la rumorología política. Las mejores
concejalías, los mejores presupuestos, los mejores contratos de asesores, las
mejores fotos, siempre son para los neoconservadores del C.D.L.
Si Gema Amor quiere
algo para sus clientes, no tiene más que pedirlo. Sus socios socialistas
siempre están dispuestos a servirle, sin ninguna mueca de disgusto. Como ya se
vio en el último pleno, levantaron la mano y agacharon la cabeza. Y callaban, y
ni siquiera susurraban. El silencio de los concejales socialistas contrastaba
con el griterío de las bases y de los jóvenes del PSOE, que resonaba fuerte y
claro entre las paredes del salón de plenos. Mientras tanto, el portavoz
socialista ni trataba de disimular el bochorno, también callaba.
Llevamos una semana
de debate social sobre el último deseo de Gema Amor y sus clientes. Una semana
de protestas sobre la idea de instalar chiringuitos en nuestras playas. Una
semana de no comprender por qué se quiere cambiar el envidiable modelo de
nuestras playas. Una semana de no entender por qué se quiere hacer competencia
desleal a tantos y tantos bares, pubs, cafeterías y restaurantes de Benidorm.
Una semana en la que muchos pensamos que esos dos chiringuitos en Poniente y la
Cala del Tio Ximo serán los primeros de una cadena de quioscos, a los que
seguramente ya les han puesto el nombre de los adjudicatarios. Una semana de
enfado de los hosteleros, que tanto les cuesta mantenerse abiertos en invierno,
para que la ciudad disponga de servicios, cuando los chiringuitos de la playa
tendrán que cerrar.
En suma, una semana
de empresarios, ciudadanos y políticos con voces altas y de frases
contundentes. Sin embargo, los concejales socialistas están temerosamente
callados. Los concejales socialistas, defensores de la ministra Narbona cerrando chiringuitos y
derribando edificios, ahora están callados, ni siquiera se les oye respirar. Ni
tampoco cuentan que ellos ya han opinado; se callan que ya han votado a favor de
instalar los chiringuitos. Faltaría más.
Al final todo
cuadra, al final todo tiene su sentido. La película de este grupo socialista no
es de terror ni de intriga ni tampoco será galardonada con tantos Oscars como
lograron Anthony Hopkins y Jodie Foster. Esta película, interpretada
por Agustín Navarro y Rubén Martínez,
tiene un guión muy sencillo, se trata de callar, se trata de levantar la mano y
se trata de agachar la cabeza. No hay ninguna escena de suspense ni de
misterio. Siempre sabemos lo que va a pasar. Los liberales piden, los
concejales socialistas siempre callan y consienten.
JUAN
ANGEL FERRER AZCONA
CONCEJAL
NO ADSCRITO
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