El maquinista admitió por radio que el tren superó el doble de la velocidad permitida
También aseguró que tomó la curva a 190 kilómetros por hora
MÓNICA CEBERIO BELAZA / DAVID REINERO Madrid / Santiago de Compostela 25 JUL 2013 - 10:58 CET1874
Uno de los maquinistas del tren Alvia que descarriló ayer en Santiago de Compostela quedó atrapado tras el accidente en la cabina del convoy. A través de la radio con la que se comunica con la estación, cuando aún no sabía siquiera si había fallecidos, hizo un relato de lo que acababa de suceder. Expresó que le dolía la espalda y las costillas y que no podía salir. “¡Somos humanos! ¡Somos humanos!”, repetía. “Espero que no haya muertos porque caerán sobre mi conciencia”. El conductor había dicho previamente, antes del siniestro, que iba muy rápido, a 190 kilómetros por hora; después habló de 200. Finalmente, al entrar en la curva, volvió a decir: "¡Voy a 190!", según explicaron ayer a EL PAÍS fuentes de la investigación.
Las señales ferroviarias de la zona del siniestro no permiten sobrepasar los 80 kilómetros por hora, pero el conductor no precisó por qué el tren circulaba al doble de esa velocidad. Si se trató de un fallo técnico o de un fallo humano es algo que tendrá aún que determinarse en la investigación de las causas del siniestro. Pero, a tenor de lo expuesto por el conductor, el tren, que venía de circular a una gran velocidad —superando los 200 kilómetros por hora—, no frenó lo suficiente y duplicó la velocidad permitida en una curva muy complicada y muy cerrada. Fue justo en ese lugar y en ese momento cuando el tren acabó descarrilando y provocando decenas de muertos.
Los usuarios de ese convoy, que recorre la distancia entre Madrid y Ferrol, conocen bien esa curva. El día de la inauguración de ese trazado —el 10 de diciembre de 2011—, al llegar a la misma, el tren dio un bandazo que provocó el desequilibrio de algunos de los usuarios. Hubo, ese día, un murmullo general sobre lo dura que era esa curva después de más de 80 kilómetros de línea casi recta de AVE desde Ourense. Si en esos 80 kilómetros iniciales el tren no parecía moverse, allí se notaba por primera vez la inercia de un cambio de dirección.
Se trata de la primera curva que se encuentra el tren que circula entre Madrid y Ferrol al llegar a Santiago de Compostela desde Ourense. Es, además, donde ya no hay trazado nuevo completamente independiente para el AVE, sino que el tren usa parte del trazado antiguo, la vía que se construyó durante el franquismo entre ambas ciudades. A la entrada de Santiago, y aunque la vía antigua se amplió, esa línea pierde parte de las características de la Alta Velocidad. Así se hizo, en parte, para evitar que las expropiaciones, en una zona notablemente urbanizada, fuesen mucho mayores de lo que ya eran.
La alternancia de tramos de AVE y de tramos de vía convencional o de inferiores características se reproduce en otros puntos de la vía. El Alvia que circula entre Madrid y Ferrol, el tren más rápido que transita por Santiago, viaja por distintos trazados. Entre Madrid y Olmedo (Valladolid) aprovecha la línea del AVE. Después, entre Olmedo y Ourense vuelve a circular por una vía convencional, a la espera de que se terminen las obras del AVE que ya están en marcha. Finalmente, entre Ourense y Ferrol se incorpora de nuevo a la línea del AVE, que a la entrada de Santiago discurre junto a la vía antigua.
En ese momento, el tren debe frenar y al llegar a la curva cerrada donde tuvo lugar el accidente, dejar la velocidad en solo 80 kilómetros por hora. El descenso de velocidad en ese punto es muy pronunciado: se pasa de 200 kilómetros por hora a 80 en un corto lapso de tiempo.
Las causas del exceso de velocidad todavía no se conocen. La línea donde se produjo el accidente no está dentro del ERTMS (European Rail Traffic Management System), un sistema de gestión del tráfico ferroviario que impide que un tren rebase la velocidad máxima establecida o no obedezca las señales que indican parada, muy similar a los sistemas de alarma automáticos ya instalados en muchos países europeos. Este sistema es el implantado, por ejemplo, en la línea de AVE Madrid-Barcelona en octubre de 2011.
En el tramo donde ocurrió la catástrofe sí funcionaba el ASFA (Anuncio de Señales y Frenado Automático), un sistema automático ampliamente implantado en la red ferroviaria española. Se trata de un mecanismo que detiene el tren si el conductor no respeta lo que indican las señales. El ASFA convencional es un sistema de control puntual: solo recibe información de la vía en determinados puntos (las balizas) y solo si el tren pasa por esos puntos controla que este circule según lo establecido. Por eso, hay momentos en los que la supervisión continua es conveniente
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