Su primer vástago, un varón que pesó al nacer tres kilos y ochocientos gramos, vino al mundo a las cuatro y veinticuatro hora de Londres en el hospital St. Mary’s, tradicional lugar de parto de la realeza del país.
Los orgullosos progenitores, vestidos a conjunto de azul celeste se han acercado a departir con los periodistas de primera línea, que han tenido que lidiar con el aburrimiento y la inactividad de las últimas fechas.
La primera pregunta, obligada, ha sido al respecto del nombre del niño.
“Es un chico muy grande, pesa bastante. Todavía estamos pensando en un nombre, tan pronto como lo sepamos se lo pondremos. Es la primera vez que le veo realmente, así que necesitamos un tiempo para ponernos al día…”, respondía Guillermo.
“¿A quién se parece?”, le cuestiona otro periodista, “¿Se parece a ti o a Catalina?”
“Se parece a ella afortunadamente”, aseguraba Guillermo. “No, no sabemos”, decía Catalina azorada.
A lo largo del día se han sucedido las felicitaciones, desde todos los ricones de la Commonwealth, de todos los rincones de Reino Unido, empezando por el primer ministro británico.
También las visitas: los abuelos maternos, el príncipe de Gales y Camila entre ellos.
Finalmente, en un gesto casi cotidiano, los tres se han montado en el coche que, conducido por Guillermo, les ha llevado a su residencia de Kensington.
“Tras las visitas de los abuelos, el duque y la duquesa de Cambridge se han dirigido al palacio de Kensington, su residencia oficial, en compañía del bebé. No se sabe el nombre, pero ya hay favoritos, las apuestas se inclinan por George, James y Alexander”, ha explicado el enviado especial de Euronews a Londres.
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