Opinión de (Fran Ruiz) |
La expresión de Francisco en esta foto de perfil es de una candidez casi angelical. Nada que objetar, por tanto, a que haya sido la elegida por los editores de la revista “TIME” para que presida la portada del próximo número, en la que se añade, además, un titular que a Jorge Bergoglio debe haberle gustado muchísimo: “El Papa del pueblo”.
Pero el diablo está en todas partes y le ha jugado una mala pasada a los responsable de tan prestigiosa revista. Observen bien: al Papa le salen dos cuernos rojos en lo alto de la cabeza. Al parecer, los responsables de la maquetación final de la portada no se dieron cuenta de que, al sobreponer el busto la cabeza pontifica sobre el cabezal de la revista, dejaron al descubierto los dos picos de la letra “M”, dando como resultado final un Papa un tanto diabólico.
Dios no quiera que alguien malinterprete las palabras del que escribe esta foto comentada. Precisamente como no creo que exista Dios, tampoco creo que exista el diablo; así que, todos podemos estar tranquilos: el primer pontífice latinoamericano no está poseído por el demonio. Podrá predicar el evangelio sin la menor sospecha de que su conciencia no se le dicta ningún ángel caído, aunque, para los más ortodoxos, su discurso sea demasiado revolucionario. Veremos a partir de hoy, cuando se reúna con millones de jóvenes en Río de Janeiro, en su primer viaje al extranjero, que tan endemoniadamente radical es el nuevo Papa.
Pero el diablo está en todas partes y le ha jugado una mala pasada a los responsable de tan prestigiosa revista. Observen bien: al Papa le salen dos cuernos rojos en lo alto de la cabeza. Al parecer, los responsables de la maquetación final de la portada no se dieron cuenta de que, al sobreponer el busto la cabeza pontifica sobre el cabezal de la revista, dejaron al descubierto los dos picos de la letra “M”, dando como resultado final un Papa un tanto diabólico.
Dios no quiera que alguien malinterprete las palabras del que escribe esta foto comentada. Precisamente como no creo que exista Dios, tampoco creo que exista el diablo; así que, todos podemos estar tranquilos: el primer pontífice latinoamericano no está poseído por el demonio. Podrá predicar el evangelio sin la menor sospecha de que su conciencia no se le dicta ningún ángel caído, aunque, para los más ortodoxos, su discurso sea demasiado revolucionario. Veremos a partir de hoy, cuando se reúna con millones de jóvenes en Río de Janeiro, en su primer viaje al extranjero, que tan endemoniadamente radical es el nuevo Papa.
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