Auditoria 2003-2009 (II)
Tercera Pagina prosigue con el desglose de temas que
aparecen en la Auditoria del 2003-2009. Este de hoy se refiere al nuevo
ayuntamiento.
Paseando
por los aledaños del parque de L'Aigüera hace unos días, recordaba lo que dije
en un Pleno del Consejo Vecinal: Nuestro Ayuntamiento se parece cada vez más al
“Tren de la Bruja”, cuando accedes a él recibes una soberana paliza entre
sustos y escobazos, y por si faltaba algo has de pagar. Creo que estaba y estoy
en lo cierto porque recordará el lector que una pasada Navidad se instaló junto
a la entrada un Tren de la Bruja y frecuentemente resultaba difícil distinguir
si el tren era AVE, Cercanías, TRAM, de La Bruja o Ayuntamiento. Como decía,
paseando por el parque entre mis recuerdos, me vi envuelto en una plácida nube
de bemoles, corcheas, semicorcheas y claves de Sol. Sonaba entre los árboles,
sobre el deteriorado pavimento antaño fermoso, una antigua canción con estrofas
actualizadas que decía:
Encima de l'Aigüera tengo un nido
y pasa un barranco bajo de el,
su parking es el más caro de Europa
y ha sido construido dentro de el.
Está tumbado al sol de nuestra playa
hay gaviotas, claveles
y enchufados,
hay archivos y cuadros por doquier
y pagaremos una fortuna por el.
¡Que felices seremos los dos!
y que bien vamos a gobernar,
subiremos impuestos y tasas
y los vecinos se callarán
y los vecinos lo pagarán.
Pagarán...
Nada,
y al son de esta conocida melodía de antaño seguimos viviendo o mejor dicho
malviviendo, excepto unos pocos, que por lo que dice la canción siguen felices
en su “Casita de Papel”, de Papel de Oro, nuestro Ayuntamiento.
Y
¿qué vamos a hacer? Pues eso, comentar con cifras alguna de las estrofas de
nuestra canción vecinal y comprobar una vez más el deterioro de nuestros
esquilmados y paupérrimos bolsillos. A fin de cuentas, hay cosas que con música
entran mejor, porque de no ser así...
Seguimos
rebuscando entre los “papeles perdidos o escondidos (no sabemos) del camión” y
una vez más haciendo historia de su faraónico derroche y despilfarro en La Casita
de Papel de Oro. Comenzó el proyecto un 24 de Marzo del 2.000. El Pleno aprobó
el proyecto básico de ejecución, dirección y construcción, en noviembre del
mismo año por un precio de 1.800.000,00 € y el contrato fue aprobado tras
concurso público a la UTE formada por Estructuras y Cimientos Insulares, S.A. y
Dragados, Obras y Construcciones, S.A. La ejecución de la obra fue aprobada por
un importe de 10.900.000,00 €. En esta ejecución no estaba previsto el desplome
de techos ni las múltiples goteras que acontecieron.
Como
vamos a lo que interesa, la pela de unos y la felicidad de otros, soslayamos
cualquier incidencia que no influya en nuestro objetivo. En otras palabras
vamos a ver como partiendo de un precio base se alcanza sin esfuerzo y con
valentía la cima del despropósito, del disparate y del desatino. Cual agente de
tráfico revisemos los papeles del camión. Esta vez cambiaremos el término
ampliación por el de modificación que ¡oh casualidad! riman con comisión y con
camión. Bien, ya lo sé, también riman con otras palabras con similar
terminación, lo que no supone similar significado, pero que por ahora dejamos a
la imaginación del lector su conveniente aplicación.
Una
primera modificación del contrato surge en marzo el año 2.003, aprobando el Pleno
un gasto de 5.700.000,00 €. Al año siguiente aprueban en marzo una nueva
modificación, por importe de 2.200.000,00 € y en mayo otra modificación -como
no- que alcanza los 2.000.000,00 €. En julio del año 2.005 inician una
“revisión de precios” (son los mismos perros pero con diferentes collares) que
aprueban en noviembre y se ratifica por el Pleno en enero del año 2.007 sin
determinar el importe, cuantía o variación de los precios a modificar. ¡Papá es
rico y pagan los vecinos que como es costumbre no se enteran! aunque más tarde
o más pronto se enterarán y pagarán.
Vamos
bien. De un costo inicial de aproximadamente 11 millones de euros, en cuatro
años hemos alcanzado los 21 millones de euros, lo que supone un incremento
mínimo del 96 %. Deducción: O los técnicos que elaboraron el proyecto original
andaban francamente flojos en Cálculo y Proyectos de Obra, o el Pleno municipal
disparaba con pólvora de Rey, o ambas cosas simultáneamente, pero eso sí:
Técnicos, Pleno y pólvora pagados por los vecinos y que sin querer -queriendo-
son los famosos cuatro pilares de nuestro emblemático, pionero, avanzado
y representativo edificio de 100 metros de longitud, tumbados al sol sobre un
barranco.
Aducir
que se cambiaron calidades, tabiques, accesos, medios técnicos, etc. y por ello
hubo que modificar lo proyectado, no deja de tener un carácter meramente pueril
y trivial, porque si sobre el sufrido papel y la sufrida mesa de trabajo de los
técnicos, estos no son capaces de prever conforme a la funcionalidad del novedoso
edificio los costes, ¿para qué queremos a los técnicos? ¿trabajaban a ojo?
Todos podemos equivocarnos en mayor o menor grado durante nuestro trabajo, pero
imprevistos del orden del 96 %, tienen en ocasiones otro calificativo que una
vez más dejamos al albedrío del lector.
No
obstante para no menoscabar la capacidad técnica del equipo profesional
ejecutor, hago patente mi duda en el sentido de que importantes razones
técnicas imprevisibles -siempre las hay- hayan influido en la redacción y
aprobación de las modificaciones. Cabe incluso la posibilidad de los llamados
“caprichos del último minuto” originados en decisiones políticas, que suelen
ser frecuentes en La Casita de Papel de Oro, pero este es un extremo que
desconozco. Mi duda se ve aumentada si interpongo la Ley de Contratación de las
Administraciones Públicas y me pregunto ¿Hubo libre concurrencia o dedazo...?
¿hubo buena fe...? ¿cumplieron los plazos...? ¿aprobaron las modificaciones
antes de ejecutar la obra o después de ejecutada? Como esta última pregunta no
lleva puntos suspensivos la respuesta debe ser positiva: ¡Te he pillao con el
carrito del helao! y lo que es peor, sin licencia.
Al
parecer todavía no se ha recepcionado la obra a pesar del tiempo transcurrido y
la diferencia entre el costo definitivo de la obra y las certificaciones de la
UTE alcanza los 2.300.000,00 € que nadie aclara cómo, cuándo, dónde... dónde
han ido de forma clara y transparente.
Hasta el momento solo sabemos de qué bolsillos va saliendo ese importe.
Prosigue
mi paseo y sigue insistente el estribillo sonando por el parque de l'Aigüera:
¡Que
felices seremos los dos!
y que
bien vamos a gobernar
subiremos
impuestos y tasas
y los
vecinos se callarán,
y los
vecinos lo pagarán.
Pagarán...
Llegados
a este extremo del estribillo he de
reconocer que la letra tiene al menos un fallo ¡somos humanos! Los
vecinos pagamos pero no nos callamos, seguiremos buscando posibles
responsabilidades entre los perdidos y olvidados papeles del camión. Claro, en
La Casita de Papel, de Oro.
Como
decía en mi anterior artículo: ¡Si ya está claro!
José
Antº Corachán Marzal
rrobo corrupcion sinbergonzoneria cuatreros estafadores y jentuza. santiago martin
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